A veces las escaleras nos traen confusión. Vemos cómo se acumulan y desarrollan los escalones unos tras otros, en forma lineal o curva, pero siempre ascendentes. Esa noción de que con esfuerzo uno subirá en un ascenso contínuo, suele ser la principal confusión que experimentamos y que puede llevarnos a una frustración.
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En nuestra vida, contínuamente nos encontramos con escaleras que nos desafían y que nos dan la noción de que siempre estaremos ascendiendo. Sin embargo, existen momentos en que ese ascenso no se dará. Tanto en el ámbito profesional, familiar, de amistades y de aprendizaje. En más de una vez nos vamos a encontrar con alguna situación en dónde no podremos ascender, un obstáculo que interpretaremos como un freno a nuestro crecimiento, y ahí es justamente en dónde la idea de una escalera nos limita, visto que sólo nos ofrece ir en línea recta. Y en ocasiones, los crecimientos, necesitan ir hacia los costados e incluso hacia abajo.
En el desarrollo profesional existen momentos en donde buscamos crecer en una organización a través de obtener una nueva jerarquía, tal vez por desafío laboral y quizás también por un poco de status. Sin embargo, existen momentos en dónde las oportunidades de crecimiento pueden darse hacia un costado, lo que implicaría la adquisición o desarrollo de nuevas habilidades y características para potenciar.
El crecer o desarrollarse, implica dejar de pensar en la escalera y empezar a adoptar opciones como el alpinismo o escalar cumbres, visto que en ocasiones el camino hacia arriba no está disponible y se necesita de pensar en movimientos laterales que nos permitan sortear los obstáculos que tengamos enfrente, para así ganar diversas alternativas que incluso luego de superarlas pueden habernos otorgado herramientas o habilidades que desconocíamos en nosotros mismos.
También transcurrimos situaciones en dónde experimentamos una sensación de estancamiento e incluso de pérdida y retroceso. Aunque, a pesar del mal trago, esos momentos también nos otorgan aprendizajes y crecimientos. Y es justamente en esta situación donde con una escalera nos engañamos y si pensamos en el alpinismo, donde buscamos llegar a una cumbre, hay instancias en donde se necesita estar quieto para pensar para buscar alternativas que muchas veces pueden ser retroceder sobre nuestros pasos descendiendo, aprendiendo lo que debemos hacer con una nueva perspectiva que nos permita desarrollar fuerzas para crecer y buscar volver a ascender. Porque el desarrollo profesional implica períodos de pausas, movimientos laterales, descensos y por supuesto también crecimiento.
Los pobladores nativos de zonas montañosas, suelen transmitir las diferencias entre un citadino y alguien nativo ante la intención de alcanzar una cumbre. El citadino busca llegar de la forma más rápida a la cumbre, en lo posible en una línea recta. Mientras que un nativo rodea la montaña inspeccionando el terreno para encontrar la manera más conveniente de alcanzar una cumbre y también de en ese rodeo adquirir diferentes perspectivas nos sólo de la montaña, sino también del paisaje alrededor, lo que le brindará un enriquecimiento de diferentes miradas, un conocimiento acabado del camino e incluso la posibilidad de conectar experiencias que permitan transitar el proceso de llegar a la cumbre siendo alguien transformado a partir del desarrollo personal.
Por Matías Jaime
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